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¿Cómo alcanzar una voluntad saludable?

Voluntades Saludables

El libre albedrío es indispensable para alcanzar bienestar y desarrollo de la vida cristiana. La principal herramienta para obtenerlo es consiguiendo una voluntad saludable.

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Pr. jorge enrique orejuela castillo

Pastor y consejero por más de 40 años. Graduado en Teología de la Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos. Médico cirujano graduado de la Universidad del Valle. Actualmente se desempeña como Presidente de la Junta de Presbíteros de la Iglesia Apostólica de Jesucristo - "Fe en Jesús" Comunidad Internacional.

¿Cómo alcanzar una voluntad saludable?

Una voluntad saludable es la capacidad de decidir por nosotros mismos, de persistir consistentemente en la consecución de objetivos, de superar situaciones negativas, de enfrentarnos a la frustración eficientemente.

Una voluntad saludable es la capacidad de decidir por nosotros mismos, de persistir consistentemente en la consecución de objetivos, de superar situaciones negativas, de enfrentarnos a la frustración eficientemente. Todo esto bajo el presupuesto de Dios, pues la voluntad es el objetivo central de su programa con el hombre, para que éste tenga libre albedrío, ya que en el propósito de Dios todos los hombres deben ser responsables por sus propias vidas y que no haya nada en el mundo que tenga el control o el dominio sobre la voluntad de la persona; en esto el Evangelio pugna dentro del plan de Dios para que no haya nada aquí, que someta a la persona.

Frente a esta claridad, la carta a los Gálatas 5:13 expresa: “porque vosotros hermanos a libertad fuisteis llamados, solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino siervos por amor los unos a los otros”, y podemos entender, en primer lugar, un llamado a vivir dentro de los territorios del Evangelio y una invitación a ser libres, es decir, sanar la voluntad para que la libertad se convierta en un resultado real en la experiencia de la vida; en segundo lugar, diferenciar la libertad de una aparente que se maneja culturalmente, porque una voluntad sana, somete los instintos; y por último reconocer que la verdadera libertad, es el fruto del amor, que promueve el servicio, porque somos libres para tomar la decisión de servir a otros espontáneamente.

Este resultado es consecuencia del poder de Dios, y se expresa desde una voluntad que se encuentra señeramente establecida en relación con las demás dimensiones de la persona, (razón, afecto, emociones, sensaciones, circunstancias); así que, el poder que fluye desde el punto más alto de esa jerarquía (la voluntad), genera condiciones que producen razones saludables, y que éstas generan afectos también saludables, y a su vez éstos despiertan emociones válidas y sanas, y a través de esas emociones se agudizan los sentidos hacia las cosas pertinentes del entorno y así podemos tener un contacto objetivo con las circunstancias.

La voluntad sana: Una invitación a ser libres

Quien quebranta la voluntad y se somete a cualquier otro régimen: razones, afectos, emociones, sentimientos o circunstancias, evidencia la falta de trabajo y de compromiso con el ordenamiento jerárquico con el cual Dios dotó a cada ser humano. A esta anormalidad la Biblia lo identifica como obrar conforme a la carne o los instintos, que es la forma de señalar el funcionamiento netamente biológico de la criatura que aún no perfecciona la humanización de alguien que debe someterse a los intereses de Dios. Fortalecer la voluntad es la necesidad básica del que quiere funcionar en la salud de un orden jerárquico bien establecido.

Ahora, lo que libera al hombre es el poder de la voluntad de Dios, que hace posible el reordenamiento jerárquico a partir de una voluntad capaz de someter razones y direccionar correctamente los afectos, las emociones y los sentidos, generando así el sano sistema para que Dios pueda influir acertadamente sobre nuestras circunstancias. De hecho, esto solo se logra cuando más arriba de nosotros hay un poder que se expresa y afecta la voluntad, ése es el poder de la Palabra y el Espíritu, que orientan para conducirnos hacia el objetivo expresado en Efesios 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.

Se puede entender que la voluntad establecida en orden con el presupuesto de Dios es la misma conciencia y que ella nos capacita para ver dónde estamos y cómo estamos funcionando. Al adquirir esa claridad podemos decir que conquistamos el derecho de someter a ella todo el funcionamiento de nuestro ser, colocándose por encima de todos los condicionamientos biológicos, sociales, culturales, llegando a tener el verdadero control que finalmente nos da la victoria, impidiendo que alguna otra forma de vida se enseñoree y nos controle.

Entonces, la voluntad de Dios actúa moviendo nuestra voluntad, y por eso entendemos mejor las cosas, vamos desarrollando saludablemente el afecto, se despiertan las emociones válidas y enfrentamos las circunstancias para cambiarlas.

La invitación de Dios es que podamos elevar la calidad de nuestra voluntad para movernos al ritmo de su propósito y poder elevarnos por encima de cualquier interés que se presente como atractivo y como deseo que trata de imponerse en las condiciones de la vida. ¡Nos urge ir a Dios y presentarnos delante de Él para pedir que sane nuestra voluntad!

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