
Pr. jorge enrique orejuela castillo
Pastor y consejero por más de 40 años. Graduado en Teología de la Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos. Médico cirujano graduado de la Universidad del Valle. Actualmente se desempeña como Presidente de la Junta de Presbíteros de la Iglesia Apostólica de Jesucristo - "Fe en Jesús" Comunidad Internacional.
Día de la Madre – El ministerio de la maternidad
La maternidad vista desde la perspectiva cristiana es un ministerio y debe ser ejercido para los fines maravillosos de la salvación de los hijos; entenderlo así, nos da una visión espiritual profunda. Podemos decir que el propósito de Dios para permitirles a las madres traer hijos al mundo, es el bienestar eterno de ellos, y esto implica la disposición de servir a Dios a través de la crianza y educación de hijos biológicos o no biológicos, que por disposición voluntaria y generosa, acogen en su corazón para proteger y amar.
La Biblia confirma que la maternidad es un ministerio, pues todo el tiempo muestra que, en el ejercicio de ella, las mujeres pueden verse involucradas en el trabajo de la obra de Dios, y esto debe llenar sus vidas con sentido de dignidad. Hay algunos ejemplos que tienen en común el feliz resultado del trabajo con sus hijos, pues no se equivocaron en las decisiones que tomaron en el tiempo que lo hicieron, porque sus hijos se convirtieron en bendición para la causa de Dios.
En 1 Samuel 1, se relata la historia de Ana, que durante mucho tiempo deseó ser madre y le rogó a Dios por esa maternidad. Lo extraordinario, es que jamás vio la posibilidad de tener un hijo al margen de su responsabilidad de servir a Dios, por eso, cuando tuvo su niño y cumplió la dieta, lo entregó al templo, demostrando que la mayor honra para ella, era ver a su hijo convertido en un siervo de Dios por la causa de su pueblo; buscando además que él estuviera donde Dios fuera dignificado y exaltado. Así, se puede afirmar que cuando hay entregas tan generosas, la bendición de Dios no se deja esperar, porque un ser humano en las manos de Dios es un recurso incomparable, es una oportunidad.
En 2 Timoteo 1:5, el apóstol Pablo le deja ver a Timoteo que las condiciones de su disposición para servir a Dios y la procedencia de su fe, las debe a lo sembrado por Loida su abuela y Eunice su mamá, quienes influyeron en el proceso de crianza y educación de su vida, dos ministras de Dios que se dedicaron a hacer el trabajo para dejar un impacto positivo y salvador en él.
Por último, en Lucas 1:26-38, se evidencian las condiciones de María la madre de Jesús, quien fue una mujer piadosa, convencida de sus creencias y de la experiencia espiritual de su fe, y fue por eso que Dios la eligió.
La maternidad, desde la perspectiva cristiana, es más que el acto biológico de dar a luz; es un ministerio divino que debe ejercerse con la visión de salvación para los hijos. Dios permite a las madres traer vida al mundo con el propósito eterno de guiarlos en su fe, protegerlos y amarlos, ya sean hijos biológicos o adoptivos.
La Biblia confirma esta visión a través de ejemplos como Ana, quien entregó a su hijo Samuel para el servicio de Dios; Loida y Eunice, cuya fe impactó a Timoteo; y María, quien formó a Jesús con convicción y compromiso espiritual.
Ella cumplió con todos los requerimientos del plan de crianza y educación del hombre, que a su tiempo se manifestaron en el Hijo de Dios, el Salvador del mundo. María hizo de su maternidad, en relación con Jesús, un trabajo ministerial eficaz.
Por otro lado, teniendo en cuenta que los dones son los recursos que por el Espíritu, Dios les entrega a los ministros para que hagan su trabajo, se puede decir que la maternidad como ministerio también los tiene:
La fecundidad como don fundamental de la maternidad. La mujer tiene una naturaleza fecunda, la cual no necesariamente tiene un carácter biológico, ya que si ella se pone en la tarea de criar hijos y la asume con la visión y la sensibilidad que Dios le dio como mujer, entonces da a luz a un ser humano desde el punto de vista moral, espiritual y de desarrollo de entidad como persona, que en el regazo de una madre, puede recibir la vitalidad, que a veces, biológicamente no se puede alcanzar.
El instinto materno. Todas las mujeres tienen instinto materno, y especialmente cuando llegan a su edad reproductiva se desarrolla de manera ideal. Este instinto hace que, frente a su hijo, ya sea de sus entrañas o adoptivo, haya una vocación de protección y cuidado, al punto de estar dispuesta a sacrificar su propia vida por defender la vida de su hijo.
Y el don del amor. En el desarrollo de la crianza, llega un momento en que el instinto materno debe ir menguando para surja el amor. Es preciso que la madre comience a desarrollar una verdadera estructura de amor para darle, una crianza consistente y una educación favorable a su hijo. Si el amor no crece, el instinto se perpetúa y es un problema muy grave, a tal punto que la crianza se desenfoca, porque el instinto después de cierta edad, no cumple un buen papel.
Entonces, no es la maternidad el simple hecho de procrear, sino, aquella persona que hace todo el trabajo completo y que no descansa hasta no ver en salvación a esa criatura que Dios le entregó en responsabilidad. Esa mamá tiene que dar fruto, evidenciando el resultado de su trabajo en lo que los hijos muestren. Que sería una mejor traducción del texto de 1 Timoteo 2:15
La maternidad es un gran ministerio dotado de cosas excepcionales que debe afectar y llenar corazones, tomar vidas en protección y albergar en su seno la vida de muchos que han crecido huérfanos de posibilidades para confirmar salvación aportando la virtud de una maternidad cargada de fuerza y de dones de Dios.