Teología, Doctrina y Vida
Existen maravillosos conceptos y principios de la fe cristiana, descubra en este canal todas sus aplicaciones a la vida cotidiana de los creyentes.

Pr. jorge enrique orejuela castillo
Pastor y consejero por más de 40 años. Graduado en Teología de la Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos. Médico cirujano graduado de la Universidad del Valle. Actualmente se desempeña como Presidente de la Junta de Presbíteros de la Iglesia Apostólica de Jesucristo - "Fe en Jesús" Comunidad Internacional.magna aliqua
La Justificación, un programa que nos devuelve nuestro sentido de existencia
Hay un interés de Dios para quitarle vigencia al impacto existencial que produce en nosotros cualquier pasado, que afectado por equívocos y errores, desvíen nuestra vida de su sentido válido, pues Él conoce lo que es definitivo para nuestra existencia. La justificación es un principio doctrinal basado en esa claridad de Dios para conducir la vida para que su sentido se mantenga vigente.
Los seres humanos hemos buscado de manera insistente razones de fondo para justificar la vida, a través de criterios religiosos, filosóficos, y teorías y manejos terapéuticos. Sin importar la ubicación en la historia, el nivel cultural, la capacidad o la formación, hemos buscado siempre, mantener vigente el sentido de la existencia, por tanto, es comprensible el grado de vital importancia que se ha dado a encontrarlo, pues venimos a este mundo creados por una poderosa mente que nos hizo con propósitos definidos para nuestra existencia y urge descubrirlos.
Dentro del propósito de Dios, podemos afirmar que aquí estamos porque Él nos hizo para que fuéramos la expresión de su gloria (Isaías 43:7) y que ha elaborado un programa en que nos adopta como hijos suyos para alabanza de la gloria de su gracia (Efesios 1:6). Lo opuesto a esto es el sinsentido, una experiencia consciente que se percibe como una catástrofe, porque nos desvía hacia algo que nos conduce al no ser, hacia la muerte.
Por tanto, Dios elabora un programa extraordinario, la justificación, que es todo el orden establecido por Él para mantener vigente o regresarle el sentido a la vida; es decir, hacer de la verdad una disciplina de fondo que nos ubique en la objetiva condición de realidad de nuestra propia vida según el propósito divino.
Si bien, a nivel de la experiencia propia en relación con la vida, la verdad es la clave del sentido; a nivel relacional, mantener el sentido es mantener todos los vínculos sustentados en la justicia, pues es esta que le da el soporte, así que debemos enfrentarnos a cualquier iniquidad, para evitar que las relaciones pierdan sentido y terminemos avocados a un tipo de fracaso existencial con sus implicaciones mortales.
Regresar al Señor cuando todo pierde sentido, encontrar los territorios del perdón y la misericordia divina, es una experiencia maravillosa e indispensable. Es necesario encontrarse con experiencias profundas con Dios que lleven a recuperar la fe en Él.
Es preciso entender, entonces, que los vínculos relacionales están para sustentar la validez de nuestra existencia, pues ésta implica una justificación comunitaria, relacional. Por eso, cuando se pierde la justicia, se pierden los nexos válidos con la gente, y se precipita la condenación: no encontrar vínculos que den sentido social, parentesco, hermandad. Siempre debe haber un mínimo de espacios relacionales que justifiquen la existencia. Por eso, podemos entender que Dios quiere que los seres humanos nos encontremos tan cerca los unos a los otros, que logremos apoyarnos todos para encontrarle el sentido justo a la existencia, vínculo que debemos realizar en la verdad de las razones de Él. Verdad y justicia son, entonces, los territorios de nuestra justificación (Romanos 1:18)
Sin embargo, debemos tener en cuenta que la iniquidad en nuestra sociedad actual es todo un programa donde nadie está pensando en beneficiar a los necesitados, sino que busca sacarle provecho a la mayor cantidad de gente posible, sin respetarles en lo mínimo el derecho que tienen de recibir lo que deben recibir guiando hacia el sinsentido existencial a las personas, generando desorientación y angustia (2 Tesalonicenses 2).
Se establecen, entonces, dos territorios donde el sentido se pierde: el que abusa de los otros mediante el engaño y la malicia y proyecta cosas inicuas, y el que cae fácilmente bajo ese influjo porque no tienen la sensibilidad por la verdad, ni la disciplina para hacer análisis de fondo. Este sistema inicuo además está programado para inducir a las personas a perderse en todas las formas de sinsentido, con sus implicaciones de irrealización; un programa que motiva a no creer en Dios, que promueve lo inmediato, entendido como lo opuesto a lo trascendente y que reduce el poder humano a lo instintivo, pasional y natural.
Por eso, regresar al Señor cuando todo pierde sentido, encontrar los territorios del perdón y la misericordia divina, es una experiencia maravillosa e indispensable. Es necesario encontrarse con experiencias profundas con Dios que lleven a recuperar la fe en Él, motivar el sentido trascendente y vernos en la particularidad de criaturas de vocación superior y de valores espirituales. De esto se trata la doctrina de la justificación, de comenzar a encontrar los espacios en Dios que justifique la vida. Una experiencia tal, como expresa el Salmo 16:8: “me mostrarás la senda de la vida, en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias al lado tuyo para siempre”. La vida no tiene por qué verse diluida en el sinsentido, porque Dios le da sentido desde que permitió su existencia.