El éxito del ser humano al margen de la voluntad de Dios genera condiciones ilusas y de vanagloria que rayan en la locura. En este corto pero concreto mensaje, se nos ayuda a generar conciencia de cómo la ausencia de temor a Dios en la mente del hombre hace que la persona termine dominada por sus instintos, igual que sucede con los animales, y no como debe suceder con alguien a quien Dios ha llamado a gozar de gran dignidad. Sin embargo, debemos convencernos de volvernos a Dios en una auténtica actitud de conversión, porque de esa forma recobramos la cordura y el sentido de nuestra existencia. Este es el camino ideal para alcanzar la humildad necesaria que nos permita relacionarnos válidamente con los demás y despertar un sano interés por el servicio.