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La Voluntad del Hombre frente al Dios de las utopías

Voluntades Saludables

El libre albedrío es indispensable para alcanzar bienestar y desarrollo de la vida cristiana. La principal herramienta para obtenerlo es consiguiendo una voluntad saludable.

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Pr. jorge enrique orejuela castillo

Pastor y consejero por más de 40 años. Graduado en Teología de la Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos. Médico cirujano graduado de la Universidad del Valle. Actualmente se desempeña como Presidente de la Junta de Presbíteros de la Iglesia Apostólica de Jesucristo - "Fe en Jesús" Comunidad Internacional.

La Voluntad del Hombre frente al Dios de las utopías

El propósito de Dios es enorme para la humanidad, y en su plan de salvarla quiere hacer cosas extraordinarias. Cuando ese poder de Dios está unido a la voluntad saludable de un creyente, se vuelve una fuerza poderosa e irresistible, es el poder de la salvación expresada en su dimensión extrema.

El propósito de Dios es enorme para la vida de la especie humana, y en su plan de salvarla quiere hacer cosas extraordinarias. Todo el tiempo quiere colocar la grandeza de su poder que sustenta la eternidad, al alcance de las condiciones temporales limitadas y débiles de la vida humana. 

Así que, para que en medio de la humanidad se dé lo que en el cielo se da, se necesita la expresión, no sólo de la buena voluntad de Dios, que está decidida, sino también las condiciones de voluntades humanas maduras. Cuando el suceso de la manifestación de Dios se vive como algo que supera las leyes de lo físico o lo biológico para resolver problemas de los seres humanos, se puede decir que es un milagro, pero cuando este suceso se da en la historia en un conglomerado humano, en una estructura nacional o social, como superación extrema de condiciones sociales, culturales, políticas, Etc., se le llama utopía, término que identifica algo que no está en ninguna parte; así que, una utopía es alcanzar como resultado algo que no se ha dado nunca, y que se hace posible porque Dios es capaz de hacer lo que nunca se ha visto.

Un ejemplo de utopía es el regreso de Israel a la tierra de Palestina después del cautiverio y la reconstrucción de la nación contra todo pronóstico.  En el capítulo 37 de Ezequiel se narra la historia del valle de los huesos secos, la cual es una profecía para el pueblo de Israel en cautiverio,  y tiene que ver con la desesperanza pues el pueblo no ve mañana y alguna posibilidad de regresar a su tierra; sin embargo, Dios les da como promesa lo que nunca se había hecho, y aunque es un pueblo que se siente fatalmente condenado, el Señor hizo la utopía posible, pues hubo creyentes que lo vieron posible; así regresaron a su tierra contradiciendo todos los pronósticos. Confirmó esto que siempre que el poder de Dios está unido a la voluntad saludable de un creyente, se vuelve una fuerza poderosa e irresistible, es el poder de la salvación expresada en su dimensión extrema.

Cuando la voluntad del hombre se alinea con el propósito de Dios, lo imposible se vuelve posible. La fe no solo espera milagros, sino que construye utopías, transformando lo que nunca ha sido en una nueva realidad.

Respecto de la obra de Dios sobre los mediadores de los milagros y las utopías, también en Isaías 40, del versículo 28 al 31 se revela la propuesta en la que Dios invita a su pueblo a lograr la utopía estimulándolos a verlo a Él más allá de lo común y que tengan la apertura para vivir las posibilidades sorprendentes de lo divino en este mundo. Es un Dios quiere extender al mundo de los hombres su virtud para que enfrenten las demandas extremas de la vida y les reclama la buena disposición para quebrantar toda la oposición y toda la resistencia que aún en lo natural se puede dar. Esta virtud de Dios para elevar las posibilidades de una especie agobiada por sus limitaciones lo expresa Isaías 40:29: “Él da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”.

Hoy, entonces, por el Evangelio se invita a que las personas puedan ser el territorio trabajado por Dios para que la utopía se cumpla, para que lo que no se ve en la sociedad, se comience a ver a través de sus vidas y se bendiga a la humanidad que necesita visualizar verdaderas alternativas; pues este Dios nuestro es uno que hace milagros, que construye utopías, que en demandas tan especiales Él no desmaya hasta lograrlo; no claudica ni entra en dudas; decidió extender al mundo de los seres humanos su virtud para enfrenten las demandas extremas de la vida, y no fracasará. Hoy, por el Evangelio, se invita a generar disposición y crear las condiciones ideales para que Él se exprese, y entonces, con esas fuerzas nuevas, se pueda asumir y lograr los retos más difíciles que existan.

Lo requerido es la condición de un creyente con voluntad a toda prueba para convertir la vida en un milagro, transformar las circunstancias en condiciones extraordinarias y ver lo que nunca se ha visto, la utopía, para que las personas puedan ser los gestores históricos de los sucesos, porque Dios los usa para mostrar su maravilloso poder. 

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