
Entendemos que Dios es invisible, no sólo no se ve en lo físico, porque Dios no tiene condición física, sino que es invisible desde cualquier perspectiva que una criatura pretenda ver a su Creador.
Sin embargo, la Escritura nos hace una propuesta en las Bienaventuranzas que expone Jesús en el Sermón del monte: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” Ahí nos plantea una promesa, ¡Podemos ver a Dios! Y para esto hay una condición: Tener un corazón limpio.
Entonces, ver a Dios, no reduce su sentido a la idea de una promesa para la eternidad, sino poder descubrirlo desde un territorio distinto del común, a una capacidad de verlo cercano, donde los demás no pueden hacerlo, si nos dejamos limpiar por el poder del evangelio.
Palabras claves: ver a Dios, corazón limpio, Bienaventuranzas, Salud mental.
Ver a Dios es descubrirlo en lo cercano, con un corazón limpio, más allá de lo visible.