El poder extraordinario que sustentó la creación de la humanidad y está al alcance hoy para la crianza de los hijos de Dios.

Pr. jorge enrique orejuela castillo
Pastor y consejero por más de 40 años. Graduado en Teología de la Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos. Médico cirujano graduado de la Universidad del Valle. Actualmente se desempeña como Presidente de la Junta de Presbíteros de la Iglesia Apostólica de Jesucristo - "Fe en Jesús" Comunidad Internacional.
El poder extraordinario que sustentó la creación de la humanidad y está al alcance hoy para la crianza de los hijos de Dios.
El orden es un principio fundamental de la obra de Dios, hace parte de su programa con la crianza y la educación, que conduce necesariamente a la salvación; no hay intervención divina al margen de éste. Aún en los programas que el hombre desarrolla, siempre somete todo a un orden, estableciendo protocolos para asegurar que se hagan las cosas correctamente y evitar errores.
En la obra de Dios, el orden insuficiente sólo es aceptable en un proceso que está en marcha, avanzando de la imperfección a la perfección, de la insolvencia a la solvencia, del desorden al orden; pues, nada comienza ordenado, debe trabajarse hasta conseguir el estado ideal. Como lo enseña el relato bíblico de Génesis 1, cuando Dios hizo la creación, no la realizó definida en el detalle inmediato, sino que ordenó todo en un plan progresivo de seis días hasta alcanzar la perfección, y en el séptimo día, el reposo llegó como derecho.
Sin embargo, existe un fenómeno muy natural, comprobado por la ciencia como la ley de la entropía: todo en el universo tiende a desordenarse, ya que así, consume menos energía. Esto significa, que debió haber un poder extraordinario que aportará la gran demanda de energía que el proceso ordenador de la creación requería; aquel que sostuviera, potencializa y garantizara toda la obra; es el poder incomparable del Creador, gracias al cual, existe todo lo creado y habita en la tierra una especie inteligente identificada con la imagen y semejanza de Dios: los seres humanos.
Así, el desorden no puede retornar, porque el Todopoderoso mantiene su presencia sometiendo todo al orden y a la perfección, actuando en la vida de las personas que permiten su influencia maravillosa; esa es la garantía de los seres humanos. Es por esto que quien se suelta del orden se condena a la muerte y al caos, sean familias, estructuras o sociedades, nadie posee la energía suficiente para sostenerse por sí mismo y menos para trascender. En este sentido, se puede afirmar, que la muerte es la negación de la presencia de Dios y su poder dirigiendo un proceso.
El orden es un principio esencial en la obra de Dios. Forma parte de su programa en la crianza y la educación, conduciendo necesariamente a la salvación. No hay intervención divina al margen del orden. Incluso en los programas humanos, todo se somete a reglas y protocolos para garantizar que las cosas se hagan correctamente y se eviten errores.
En la salvación de Dios, definida como aquel salto del caos a lo establecido en el plan divino, de la condición biológica mortal a la nueva naturaleza espiritual que otorga el derecho a la vida eterna, el orden es principio fundamental. Por consiguiente, todo lo que Dios ordena, es un programa de salvación. De esta manera, se descubre que el relato de la creación en Génesis 1 es un mensaje de salvación, cuyo objetivo desde el principio fue el surgimiento del hombre en la tierra. Si no hubieran existido la luz, los astros, las aguas, la tierra seca, la vegetación, los animales, el propósito original se habría perdido. Pero entonces, como consecuencia de lo anterior, el hombre aparece y puede comer, trabajar y ser sustentado por todo lo creado.
El texto de Juan 1 refiriéndose al Verbo que es la Palabra o el programa sobre el cual se mueve toda la creación y que conduce a la aparición del hombre, y en el hombre al surgimiento del Hijo de Dios, confirma que ese Verbo tuvo que tener un poder, una fuerza de vida; el poder que permitió la consumación total del programa. Si el orden de Dios y su poder ordenador no está, son imposibles los resultados existenciales, y asimismo el reposo, como meta o justificación de cualquier programa.
En relación con la crianza y el orden como principio fundamental de ésta, es importante tener en cuenta que los niños deben crecer en un ambiente ordenado, porque sólo así se les garantiza una cordura básica en función de lo de Dios, y también, referencias claras y consistentes que les permiten contar con un ambiente estable y ser bien orientados, de modo que pueden crecer generando seguridad, teniendo el orden como principio de vida y con una auténtica apertura hacia Dios.
El Señor Jesucristo vivió la experiencia de estar bajo el régimen judío, sometido a la autoridad de sus padres y al plan de desarrollo familiar. Como consecuencia de una orientación buena basada en el orden y la influencia de Dios en su vida, Jesús creció en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres. Lamentablemente, en la época actual se ven muchos niños malcriados, difíciles, desordenados a los que fácilmente se les rechaza, por causa de padres que menospreciaron el fundamentar la crianza en el orden y prefirieron que sus hijos crecieran a su arbitrio, sin darse cuenta que les estaban desgraciando la vida.
Es definitivo el orden.